Difícil de ovidar lo que pasó en la mañana. Luego de comprar mi pasaje rumbo a Buenos Aires me dirigí a Providencia a cambiar dólares. Luego de hacer la transacción me dirigí a 11 de septiembre para tomar la micro. Caminando por nueva de Lyon a un tipo se le cae un fajo de billetes impresionante, tamaño XL. automáticamente aparece un viejo con un cotona azul marino, esas típicas de empleado de ferretería. El acto de recojer la plata fue tan rápido que parecía pauteado. El tipo de azul me vió y me dijo: se lo devolvemos o no. El que perdió la plata había bajado por una entrada subterránea sin darse cuenta de nada.
Mientras decidíamos si devolver o no los billetes, el viejo me dijo: mira, yo trabajo en la ferretería de allá y dan encargos, cuando he perdido plata nunca me la han devuelto. Sacó otro fajo más que tenía.
El otro hombre había desaparecido de escena, así que el viejo me dijo que fuéramos a contar la plata y nos íbamos mitad y mitad. Yo lo seguí y le dije que contáramos la plata en una banca que estaba a mi lado. Me dijo que entraramos a una galería para que fuera más seguro.
Me quedé pensando un rato, quizás los 2 tipos se conocían y todo formaba parte de una estrategia para asaltar a la gente. Después de todo yo andaba con mi bolso con cosas de valor adentro. Tenía mi pasaje, mis 200 y tantos dólares, mi celular y mi discman. De seguro mi bolso valía más que ese fajo.
Así que por temor a que las sospechas fueran ciertas, le dije mejor quédese con la plata, no quiero meterme en problemas.
Mientras decidíamos si devolver o no los billetes, el viejo me dijo: mira, yo trabajo en la ferretería de allá y dan encargos, cuando he perdido plata nunca me la han devuelto. Sacó otro fajo más que tenía.
El otro hombre había desaparecido de escena, así que el viejo me dijo que fuéramos a contar la plata y nos íbamos mitad y mitad. Yo lo seguí y le dije que contáramos la plata en una banca que estaba a mi lado. Me dijo que entraramos a una galería para que fuera más seguro.
Me quedé pensando un rato, quizás los 2 tipos se conocían y todo formaba parte de una estrategia para asaltar a la gente. Después de todo yo andaba con mi bolso con cosas de valor adentro. Tenía mi pasaje, mis 200 y tantos dólares, mi celular y mi discman. De seguro mi bolso valía más que ese fajo.
Así que por temor a que las sospechas fueran ciertas, le dije mejor quédese con la plata, no quiero meterme en problemas.